Me resisto a las complacencias, y más si
son voluntarias, peor si son el producto de la mezquindad con uno mismo, con su
generación, con su compromiso contraído. Por ejemplo, la peor de todas las
actitudes en un joven profesionista, ese que es privilegiado en México, es la de
“es que así es”, “así ha sido”, etc. La corrupción ha sido el mal de males de
toda la historia de la humanidad, el que es corrupto necesariamente está causando
un daño.
El diccionario de la lengua española
dice que corrupción es:
- Acción y efecto de corromper o corromperse.
- En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.
Cada seis años se tiene la oportunidad
de reflexionar sobre la situación de nuestro país, una reflexión que se puede
llevar acabo cualquier santo día de la semana, pero no debemos negar el
peculiar ambiente que sólo una elección presidencial nos ofrece, porque se aviva
el fuego, ya sea en la comida con la familia o la charla con los conocidos, es
imposible no comentar como buenos opinólogos la trayectoria del actual
gobierno, a punto de cerrar ciclo y, de esa esperanzadora actitud de creer que vendrán
cosas mejores, de creer que en el candidato X o Y recae la solución de todos
nuestros males. Lo que no se hizo en seis años se cierra con carpetazo y nueva
administración vuelve a abrir, nunca hay responsables y nunca hemos escuchado a
un Presidente reconocer las malas decisiones, aunque esto tiene un “por qué”, por
mucho que nos choque la realidad de nuestro México es que en su economía es débil,
o mejor dicho, es más susceptible que otros a las afectaciones de agentes
externos, la frase de Carstens de que cuando Estados Unidos tiene neumonía,
México solo tiene un catarrito queda en el anecdotario de las 10 mejores frases
de Carstens.
Regresando al tema de la corrupción, no
es que éste sea nuevo, sino que hay nuevos indicadores en el escenario a seis
años transcurridos, que bien vale la pena analizar, uno de ellos es el Sistema
Nacional Anticorrupción (SNA) y los respectivos sistemas estatales
anticorrupción (SEA). Estos no se pueden entender sino por el clamor de una parte
de la sociedad que cuestionó y se movilizó para exigir otras modalidades de
vigilar, señalar, perseguir y castigar la corrupción en todos los niveles. A
nivel mundial el tema también es parte de la agenda, las economías latinoamericanas
se han visto afectadas por la corrupción, ésta es una variable que ha mermado el
desarrollo y crecimiento económico de la región, entonces no es un tema
exclusivo de nuestro país. Llegamos a un periodo electoral como nunca antes se
ha visto con un SNA no completo y con SEA cuestionados y señalados por
ingerencias de los gobiernos locales, la ciudadanía no ha participado, no se ha
movilizado en los Estados.
En 2018 en México tendremos la
participación de los independientes, pero no de esos que ya fueron parte de un
partido político, me refiero a los verdaderos ciudadanos independientes, los
que nunca han militado o simpatizado con uno, es decir que no vienen de ese
adoctrinamiento de las malas prácticas, como el de la lambisconería, entre
otras.
Otro tema que siempre ha sido central es
el de la participación ciudadana, de éste se ha escrito “n veces”, es quizás una
de las referencias más registradas cuando se habla del otrora tema, la
democracia. La participación de la ciudadanía hace el cambio, se dice.
En año electoral vale la pena platicar
sobre las posturas que toman las personas frente al acontecer, ya no digamos
producto del periodismo de verdad, sino ese que nos obligan a digerir los
medios básicos como Milenio, El Universal, etc., notas rápidas y relajadas.
Considero que hay dos tipos muy básicos de postura, los que deciden hacer algo,
los que por lo menos se convidan a cuestionar una noticia, los activistas, los
inconformes diría el sistema, y los que de plano viven en el mundo de la complacencia.
La complacencia es por gusto y elección,
aquel que da prioridad a seguir la regla establecida, nacer, comer, crecer,
casarse, procrear, comprar un auto, hacer la maestría, complacer al jefe y ser
felices para siempre, mi chamba es lo importante, para eso nací. La complacencia
se lleva bien con la vida institucional, hacer bien las cosas diría la abuela.
La complacencia es la ruindad es un
mundo de necesidades sociales y de una clara necesidad de ayudar al prójimo, la
complacencia de la que no cuestiona es traición a nuestra historia, a la propia
y a la de los antepasados, la patria no se hizo sola.
La complacencia socava la participación
ciudadana activa, cuestiona y ve con incredulidad al independiente, a ese de
cabello largo y tenis, a ese que no tiene carrera política, a ese que está
pidiendo firmas en la calle, a ese que es de mi misma edad pero que al mismo
tiempo pienso que no tiene “la preparación”, a ese que me habla de urbanismo y feminismo
al mismo tiempo.
Seguir el camino más sencillo limita
potencialidades personales, no ganarse las cosas si no recibirlas por dedazo es
perpetuidad de malas prácticas, igual que recibir línea y ser cómplice. La
corrupción es un camino pavimentado, amplio, plano, recto ininterrumpido, el
sueño de cualquier ciclo vía urbana, la corrupción es la ilusión de que todo va
bien, de que todo esta bien.
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Fuente: internet |
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