domingo, 14 de enero de 2018

La complacencia, el estado de la inacción

Me resisto a las complacencias, y más si son voluntarias, peor si son el producto de la mezquindad con uno mismo, con su generación, con su compromiso contraído. Por ejemplo, la peor de todas las actitudes en un joven profesionista, ese que es privilegiado en México, es la de “es que así es”, “así ha sido”, etc. La corrupción ha sido el mal de males de toda la historia de la humanidad, el que es corrupto necesariamente está causando un daño.

El diccionario de la lengua española dice que corrupción es:
  • Acción y efecto de corromper o corromperse.
  • En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.

Cada seis años se tiene la oportunidad de reflexionar sobre la situación de nuestro país, una reflexión que se puede llevar acabo cualquier santo día de la semana, pero no debemos negar el peculiar ambiente que sólo una elección presidencial nos ofrece, porque se aviva el fuego, ya sea en la comida con la familia o la charla con los conocidos, es imposible no comentar como buenos opinólogos la trayectoria del actual gobierno, a punto de cerrar ciclo y, de esa esperanzadora actitud de creer que vendrán cosas mejores, de creer que en el candidato X o Y recae la solución de todos nuestros males. Lo que no se hizo en seis años se cierra con carpetazo y nueva administración vuelve a abrir, nunca hay responsables y nunca hemos escuchado a un Presidente reconocer las malas decisiones, aunque esto tiene un “por qué”, por mucho que nos choque la realidad de nuestro México es que en su economía es débil, o mejor dicho, es más susceptible que otros a las afectaciones de agentes externos, la frase de Carstens de que cuando Estados Unidos tiene neumonía, México solo tiene un catarrito queda en el anecdotario de las 10 mejores frases de Carstens.

Regresando al tema de la corrupción, no es que éste sea nuevo, sino que hay nuevos indicadores en el escenario a seis años transcurridos, que bien vale la pena analizar, uno de ellos es el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) y los respectivos sistemas estatales anticorrupción (SEA). Estos no se pueden entender sino por el clamor de una parte de la sociedad que cuestionó y se movilizó para exigir otras modalidades de vigilar, señalar, perseguir y castigar la corrupción en todos los niveles. A nivel mundial el tema también es parte de la agenda, las economías latinoamericanas se han visto afectadas por la corrupción, ésta es una variable que ha mermado el desarrollo y crecimiento económico de la región, entonces no es un tema exclusivo de nuestro país. Llegamos a un periodo electoral como nunca antes se ha visto con un SNA no completo y con SEA cuestionados y señalados por ingerencias de los gobiernos locales, la ciudadanía no ha participado, no se ha movilizado en los Estados.

En 2018 en México tendremos la participación de los independientes, pero no de esos que ya fueron parte de un partido político, me refiero a los verdaderos ciudadanos independientes, los que nunca han militado o simpatizado con uno, es decir que no vienen de ese adoctrinamiento de las malas prácticas, como el de la lambisconería, entre otras.

Otro tema que siempre ha sido central es el de la participación ciudadana, de éste se ha escrito “n veces”, es quizás una de las referencias más registradas cuando se habla del otrora tema, la democracia. La participación de la ciudadanía hace el cambio, se dice.

En año electoral vale la pena platicar sobre las posturas que toman las personas frente al acontecer, ya no digamos producto del periodismo de verdad, sino ese que nos obligan a digerir los medios básicos como Milenio, El Universal, etc., notas rápidas y relajadas. Considero que hay dos tipos muy básicos de postura, los que deciden hacer algo, los que por lo menos se convidan a cuestionar una noticia, los activistas, los inconformes diría el sistema, y los que de plano viven en el mundo de la complacencia.

La complacencia es por gusto y elección, aquel que da prioridad a seguir la regla establecida, nacer, comer, crecer, casarse, procrear, comprar un auto, hacer la maestría, complacer al jefe y ser felices para siempre, mi chamba es lo importante, para eso nací. La complacencia se lleva bien con la vida institucional, hacer bien las cosas diría la abuela.

La complacencia es la ruindad es un mundo de necesidades sociales y de una clara necesidad de ayudar al prójimo, la complacencia de la que no cuestiona es traición a nuestra historia, a la propia y a la de los antepasados, la patria no se hizo sola.

La complacencia socava la participación ciudadana activa, cuestiona y ve con incredulidad al independiente, a ese de cabello largo y tenis, a ese que no tiene carrera política, a ese que está pidiendo firmas en la calle, a ese que es de mi misma edad pero que al mismo tiempo pienso que no tiene “la preparación”, a ese que me habla de urbanismo y feminismo al mismo tiempo.

Seguir el camino más sencillo limita potencialidades personales, no ganarse las cosas si no recibirlas por dedazo es perpetuidad de malas prácticas, igual que recibir línea y ser cómplice. La corrupción es un camino pavimentado, amplio, plano, recto ininterrumpido, el sueño de cualquier ciclo vía urbana, la corrupción es la ilusión de que todo va bien, de que todo esta bien.

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Fuente: internet

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