Ésta opinión y
reflexión versa en torno a aquellos profesionistas “aficionados desinteresados”
que viven y trabajan siendo profesionistas pero sin ser profesionales, y sumado
a eso, con un profundo desinterés sobre los retos de México, ya no digamos del
mundo y de la humanidad.
Recuerdo cuando mi
época de secundaria, supongo que por mi formación en casa, una de mis mayores
aspiraciones era sin duda lograr ser alguien en la vida, en esa etapa de la
vida sólo quieres cumplir la meta y darle gusto a tus padres, primero
terminando la secundaria y continuar hasta lograr ser un profesional,
finalmente es lo que se “acostumbra”, estudiar para ser alguien.
Ahora bien, esa
concepción puede ser asumida desde una simple idea preconcebida de una sociedad
y lo que espera de ella misma, o bien, como una línea personal de trascender,
es decir, asumirlo como un objetivo de vida, disciplinado y constante.
Uno de las
deficiencias del sistema educativo mexicano es la orientación profesiográfica,
era un cuanto más complicada cuando la época en que apenas llegaban las
computadoras a las escuelas públicas y se ponían de moda (Windows 95), porque
no había información como hoy, disponible de todas las universidades en la web,
las universidades comenzaban a crear sus sitios. Comparado a hoy, toda la
información se encuentra en medios oficiales como el propio INEGI, y existen
interesantes estudios muy bien estructurados como los del IMCO que precisamente
identifican la importancia de que exista información veraz y oportuna en ésta
materia.
De la orientación profesiográfica
esperaríamos por lo menos dos detonantes, primero que el joven identifique su
FODA personal, el más honesto posible, y luego en base a ello, canalizarlo a la
información de las carreras más promisorias (no sólo intelectualmente hablando,
sino también, económicamente hablando, finalmente de eso vivimos cada uno de
nosotros que decidimos por una carrera, de ejercer nuestra profesión). Comulgamos
y creo que para bien, con la famosa idea de “elige una carrera con la que seas
feliz, así nunca tendrás que trabajar”, poder combinar el gusto personal con
una buena remuneración, seguro es un logro.
¿Y que pasa con lo
que eligieron mal?, ¿cómo sobrellevaron el ruinoso camino de una selección
fallida de carrera profesional?. Un tema interesante es que en el mundo existen
millones de personas que transitaron por éste camino y que lo están recorriendo
justo ahora. La problemática podemos identificarla en dos vertientes, la
primera en el efecto sobre la vida personal del individuo y la segunda sobre el
efecto que ese individuo causará una vez que sea económicamente activo.
México es uno de los
países más bondadosos, alimenta el espíritu del conocimiento, y lo hace nada
más y nada menos que con becas que buscan detonar un sector intelectual en
México más o menos acorde a las demandas en educación y desarrollo de
tecnología, por organismos como la OCDE o el BM. El México de las oportunidades
opinarían algunos.
Los golpes de suerte
son de una simpleza tan vil, que manejar el término para justificar nuestros éxitos
o nuestros fracasos profesionales francamente nos disminuye como personas, en el
primero de los casos alimenta un ego inexistente y en el segundo caso juega en
detrimento de nuestras verdaderas capacidades.
Fijarnos una visión
clara de nuestros objetivos es fundamental para el éxito construido, no podemos
comernos el mundo de un solo bocado y debemos trabajar en base a proyectos, un
paso a la vez. Aprovechar las oportunidades, tradúzcase en becas o
financiamiento, es estar alertas. La reflexión final gira entorno a que en
México, a pesar de contar con un “sistema de oportunidades” (ciertamente refiriéndome
a un nivel superior y de posgrado) se enlistan en las filas académicas desinteresados que sin ton ni son, reconocen
no tener un rumbo profesional si quiera,
ya no digamos de vida (sería meternos en embrollos ajenos), personas que han
intentado aquí y allá, y que no tienen rumbo fijo, en la cultura del mexicano
sería algo así como “el ahorita lo hago”, “haiga sido como haiga sido”. Estamos
ante un panorama de futuro a mediano plazo no muy alentador, por lo que respecta a
sustentabilidad, crecimiento de la población, urbanidad, energía, agua, etc.,
es decir, todos los temas están teniendo un desenvolvimiento que a pronósticos
cuantitativos requieren de profesionistas que se asuman como tal y que
contribuyan desde su compromiso personal a aportar conocimiento, causa y
bienestar colectivo, o de otra forma ¿A
qué le tiras mexicano?.
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