viernes, 9 de febrero de 2018

Acerca de un posible modelo de desarrollo sustentable


Recientemente en la materia intitulada “Problemas actuales de la sustentabilidad”, nos convidaron a la lectura de tres textos particulares, los tres interesantes, el primero de ellos es una provocación, el segundo y el tercero son la respuesta de los aludidos en el primero.

Éste blog también es el resultado acumulado de ganas de platicarles sobre dos enfoques que en el mejor de los casos, se toma lo mejor de ambos, porque uno representa “lo que es y lo que hay”, y el otro es un poco “lo que debería ser o lo que me gustaría que fuera, o lo que a la humanidad debería de aspirar”. Me refiero a la economía ambiental y la economía ecológica (no es motivo del presente blog hablar de estos, sólo mencionar particularidades básicas).

Cuando se invita a un no-economista pero si a un ingeniero industrial a que aporte su opinión respecto de economía ambiental y economía ecológica, se corre el riesgo de que dicha provocación al razonamiento intelectual decaiga en una muy honesta, directa y práctica (y eficiente) posición de que, en términos de producción “hay que hacer más con menos”, una de las máximas del ingeniero industrial, que incorporando la variable ambiental (como es ya desde hace varios años en las retículas de ésta profesión), sería entonces “hacer más con menos, y en el transcurso contaminando menos”. Y es en esto último precisamente, donde los enfoques económicos que estamos comentando, provocan el debate, porque ¿cómo contaminamos menos?, ¿cuánto debe pagar quién contamina?, ¿qué instrumentos se deberán implementar para que ésta contaminación se regule?, etc. Así, se reduce al parecer a un escenario de premios y castigos (en un esquema de políticas ambientales), pero ¿en realidad tendremos la necesidad de contaminar?, ¿en realidad tendremos la necesidad de agotar los recursos naturales para los fines de la producción de bienes de capital?, pues ciertamente hay implicancias del tipo de “los hábitos de consumo”. Más complicado es entender aún, para el no-académico, en las leyes de la termodinámica como principio reinterpretativo de que todo en la Tierra es flujo de energía, el crecimiento de un árbol es flujo de energía, su tala requiere de energía, y que para los procesos de transformación de un tronco de árbol se requiere más energía, y que a todo eso debe asignársele un costo basado en la apreciación de la energía, medido por ejemplo en kilocalorías, y luego convertido a nuestra moneda corriente. Bueno pues el mundo académico, pero principalmente los economistas han trabajo en esto a su modo, unos por el lado de la economía ambiental (que son los más, son los que imperan actualmente) y otros por el lado de la economía ecológica (que son los menos y que están haciendo su lucha).

De lo anterior, extraigo dos ideas;
  • ¿quién, cómo y en base a qué?, le asignamos precio a un árbol (como ser viviente por un lado, y a los servicios ecosistémicos derivados de su existencia por otro lado), y a su proceso de transformación, y
  • el uso de los recursos naturales renovables y no renovables para la producción de bienes y servicios.

De los textos que comentaba al principio, uno corresponde a Herman E. Daly, el cual cuestiona con base en ideas de Georgescu-Roegen, a Robert Merton Solow y a Joseph Eugene Stiglitz. Estos dos premios nobel (Solow-1987, Stiglitz-2001) responden a Daly por separado, haciendo un conjunto de tres textos, tres correspondencias de finas declaraciones académicas, lo equipararía hoy día a una especie de contestaciones, vituperios e insultos vía twitter de los que ya estamos muy acostumbrados.

Daly comenta que Georgescu-Roegen está más vigente que nunca (pregúntele a Martínez Alier respecto de Podolinsky), y desde luego bajo el enfoque de la economía ecológica, Daly critica el modelo teórico del crecimiento de Solow, diciendo más-menos que en el tema de la producción no se trata de pasar de un recurso natural sustituyéndolo con otro (ejemplificamos con el panorama de la inevitable transición del petróleo hacia las renovables), sino más bien -que en la función de producción- se debe considerar “el recurso natural” en lugar del capital, en una aparente visión de Solow de recursos infinitos, y por ende de ausencia de estos en su modelo teórico. Para Solow, al menos en su modelo más básico, capital, trabajo y tecnología es lo que impacta el crecimiento económico. Daly ejemplifica el modelo de Solow como si al preparar un pastel sólo se necesitara del cocinero y la cocina, dispensando los ingredientes, la electricidad, el fuego, etc., amén de los desechos. Para éste tema de los desechos sólo mencionare que sirve de mucho apoyarse en algo llamado metabolismo, por ejemplo metabolismo urbano. Para Georgescu-Roegen y Daly, el aumento del capital implica un agotamiento adicional de los recursos. Como breve paréntesis, no puedo dejar de mencionar temas como por ejemplo, la propiedad del agua, es un bien público ¿pero en qué sentido? Lo que se debe reconocer a la economía ecológica es que en efecto despierta interés, motiva a reflexionar y discutir.

La respuesta de los aludidos, Solow y Stiglitz es breve, contundente y con un dejo de desprecio, sobre todo de Solow hacia Daly, y lo es porque Solow, en el ámbito de la función de producción neoclásica, hay esperanza tecnológica, otros autores los llaman optimistas tecnológicos, es decir, existe un sector del grupo de economistas, de la academia, de la investigación, de la política y de la sociedad en general de que el talento del hombre es tan grande que inventaremos y/o descubriremos nuevas fuentes de energía, nuevos esquemas de desarrollo que nos permita nuestra supremacía por sobre la Tierra así como seguir viviendo confortablemente, una visión desde luego en estricto antropocéntrica, no compartida por la economía ecológica y en particular por los grupos ecologistas más radicales.

En el tema de la energía se tiene el optimismo tecnológico de que se consolide la energía producto de la fusión nuclear, así como el descubrimiento y producción de mejores materiales que permitan mantener el confort de vida de las personas durante y después de la transición energética.

Daly en su texto termina colocando la frase “¡En efecto, los economistas neoclásicos se convertirán en economistas ecológicos!”, a lo que Stiglitz responde más-menos que él, en menos hojas da por respondida la provocación de Daly en puntos -yo diría- bastante escuetos.

Tanto Solow como Stiglitz se defienden comentando -rescato algunos puntos-:
  • “[…] El papel de la teoría económica es explorar formas de hacer estas declaraciones más precisas.” (Solow,1997:267) Ésta frase se refiere a que los economistas no es que no atiendan los recursos naturales como variable, sino que hay tantos factores por considerar, que los modelos económicos quizás se innovan de forma muy lenta a lo que la humanidad pudiera necesitar. La economía ambiental ha evolucionado en recientes años de forma muy positiva.
  • "[…] 'todo' lo que se requiere es la tecnología correcta y el capital adecuado. El primer tipo de recurso renovable generalmente es capaz de soportar el crecimiento solo si la carga recae principalmente en el progreso tecnológico.” (Solow,1997:267) Lo que ya se comentó del optimismo tecnológico.
  • “Cuando los mercados no funcionan bien, es imperativo que se tomen medidas para corregir estas fallas del mercado.” (Stiglitz,1997:269) Bueno, es todo un tema.

Ésta discusión es ciertamente importante porque hoy en día impera. ¿Qué harían ustedes, qué le agregarían al modelo económico actual imperante? ¿Qué más ajustes hacemos como dice Stiglitz?

No es tema de ésta entrada de blog, pero la desigualdad económica entre países y poblaciones está en aumento. Y la situación con esto es que se requieren acciones inmediatas. Algunos autores, de la línea del cenit del petróleo, manejan sino una idea apocalíptica, si por lo menos un futuro nada halagador para las economías todas (mundial), respecto a una transición energética de impactos nunca antes afrontados por la humanidad, y donde el modelo económico actual tendrá necesariamente que reinventarse, no creo que basten con simples ajustes.

Vemos avances en la economía ecológica apoyándose de la ecología política por ejemplo. Consideramos que al final, el funcionamiento de los modelos económicos, cual sea, cuando son trastocados por el mal de la corrupción, da al traste con todo. La tendencia para un servidor es un asunto de poner sobre la mesa los temas de moral y ética en la planeación de todo modelo de desarrollo nuevo que se pretenda. Consideramos muy conveniente seguir repensando y reflexionando sobre el ecocentrismo y como compatibilizarlo con nuestra habitabilidad humana en la Tierra.

Todo lo anterior es labor de reflexión de las mentes brillantes de hoy día, en medio de los discursos oficialiastas de la ONU y demás organismos, el tema es ¿qué modelo de desarrollo y crecimiento queremos para el mundo?, los urbanistas, los de ciencias de la sustentabilidad, entre otras profesiones de vanguardia tienen la encomienda de reflexionar y de concretar un modelo de desarrollo sustentable, un modelo urbano de desarrollo sustentable.

Ahora bien, ¿a quién le toca repensar esto?, perdón pero creo que a los economistas, y perdón pero no los veo tomando las calles, protestando, lidereando a los jóvenes economistas. Dado que es de madrugada disculparan que no investigue en Google, pero creo ni Stiglitz, ni Solow, ni Daly (al menos éste creo que es más activista por el hecho de ser de la economía ecológica), ni ningún economista que conozca hace labor de presión social directa en las calles de cambiar el modelo, muchos libros, muchas teorías, muchos premios, el sistema capitalista manda, la vida de consumo continua.

Fuentes:
  • Daly, Herman E (1997), Georgescu-Roegen versus Solow/Stiglitz, Ecological Economics, 22, pp. 261-266
  • Solow, Robert M (1997), Georgescu-Roegen versus Solow/Stiglitz, Ecological Economics, 22, pp. 267-268
  • Stiglitz Joseph E (1997), Georgescu-Roegen versus Solow/Stiglitz, Ecological Economics, 22, pp. 269-270

Sígame en twitter: @versuserwin

Fuente: Internet

No hay comentarios:

Publicar un comentario