James como el personaje que todos quisiéramos ser, fantasía
con la que de niños jugábamos. El personaje icónico James Bond más allá de la
memoria del físico de los que han dado vida a éste personaje de ficción en
películas, nos fascina su atrevimiento, su arrojo, amén de su sex-appeal y de
ese mundo de espías y conspiraciones multinacionales, historias en las que el
personaje se encuentra en el centro y del que es la solución al conflicto. Lo
que me agrada de los archienemigos, de los personajes secundarios y del mismo Bond
como agente secreto, es que no te los puedes tomar en serio, en ficción, la
franquicia del 007 yo diría que se encuentra entre Ethan Hunt y Jason Bourne,
siendo éste último lo más cercano a la realidad. El glamour que envuelve al 007
es único y ese es su sello.
En un vistazo a las películas de James Bond, siempre han conjugado
con la historia de la trama, ésta idea de presentar impactantes escenarios de
diferentes partes del mundo, algo así como la dosis de promotora de turismo, si
bien dicen que las películas no se financian solas.
Y es que no hay que ser fan para pasar un buen rato, la
verdad es que los intros de cada una de las películas tienen el objetivo bien
logrado de atraparte y de contarte un poco de la pasada. Los que hemos llevado
el hilo de las historia, nos captura en instante.
Larga vida a James Bond y a sus enemigos vencidos pero nunca
olvidados. Extrañaremos a Daniel Craig cuando tenga que colgar la toalla del
personaje.
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