No se trata de un tema de igualdad en números, sino de oportunidades. Que lleguen las y los mejores a las curules y puestos de poder.
Muy seguramente alguna vez han visto ustedes amigos lectores noticia en cualquier medio de comunicación, en donde se ha manifestado el reclamo a una igualdad en los derechos de las mujeres y en la igualdad en oportunidades de éstas a alcanzar puestos y/o posiciones de poder (más aún, muy seguramente en nuestra localidad conocemos a personajes de la vida pública política del género femenino). Nadie realiza comentario alguno en contra, puesto que no sólo sería mal visto, sino es completamente irracional, arcaico por demás en pleno 2015, así entonces todos asentimos en que a la evolución de la humanidad corresponde que las mujeres no sólo se empoderen sino que se manifiestan en su femineidad misma en diferentes expresiones, desde el ser madres, esposas, mujeres trabajadoras, etc., y que su contra-parte (el varón) también tome roles a los que antes no le entraban.
De lo anterior y aunado al mundo de la política específicamente de México, con gran tristeza debo decir que me decepciona la mala interpretación que hacen de la igualdad, de hacer ley inclusive, la inclusión de las mujeres en la política, más específicamente de manejar porcentajes de ocupación de curules, haciendo casi obligatorio para los partidos políticos en cumplir con éstos preceptos, y es que el problema radica en que por cumplir con la cuota de imagen (compromiso mediático) inviten a participar a damas, señoras de todos mis respetos y consideraciones a ocupar cargos de elección popular o pluris que de las cuales se puede decir que no tienen experiencia, vocación de servicio público, vocación política, pasando por alto que la política no es belleza sino negociación, dominio de emociones y trabajo de tiempo completo.
El caso más de novedad, la Sra. Carmen Salinas.
Demos un vistazo no sólo al legislativo nacional, en cada uno de los congresos locales estoy seguro que los patrones se repiten, ante la preocupación de cumplir la cuota, los partidos políticos han minado y disminuido su valor político.
Estoy a favor de la carrera política, de la reelección de los legisladores y de que más allá de cumplir con compromisos de moda, de verdad se verifique la eficiencia del trabajo legislativo resultado de a quién se le haya encomendado. Insisto, se trata de que lleguen los más aptos y las más aptas, no de llenar espacios por cuota de genero establecida.
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